Durante varios años he trabajado en una organización que ofrece ayuda humanitaria a los migrantes que intentan pasar a Estados Unidos por el desierto de la frontera entre México y este país, una travesía que significa la muerte de cientos de personas cada año. Esta organización lleva mucho tiempo internándose en los pasos que atraviesan el desierto. Recorremos los caminos, seleccionamos sitios para dejar agua y alimentos, buscamos a personas en peligro y ofrecemos ayuda médica. Si es necesario trasladar a una persona al hospital, llamamos a una ambulancia o a un helicóptero. Tratamos de actuar en todo momento según los deseos de los migrantes y nunca llamamos a la Patrulla Fronteriza si la gente no quiere entregarse.
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